martes, 17 de febrero de 2009

Autodestrucción en 5, 4, 3, 2…

“Ellos lo crean, lo transforman y lo deshacen”
-Walkscapes, Francesco Careri-




Sin hacer caso omiso al genetista Steve Jones[1], quien asegura que la evolución del ser humano se encuentra estancada debido al decreciente número de mutaciones en el ADN de los padres jóvenes, es difícil no preguntar qué es lo que le espera a nuestra especie.

El futuro que se aproxima rápidamente, trae consigo una dualidad poco esperanzadora, que de alguna manera ya ha empezado a hacer estragos en el presente del ser humano. Los adelantos tecnológicos nos llevan a un sin fin de maneras de dar respuesta a lo que nos espera como especie, y en manos de cualquier transhumanista, lo que se avecina es un futuro bastante prometedor, pero, ¿lo es?

Cuando Julian Huxley escribe: “…el hombre sigue siendo hombre, pero trascendiéndose a sí mismo, realizando nuevas posibilidades de, y para, su naturaleza humana”[2], a qué se refiere con trascender. Es simple, el trascender en Huxley y en general en el transhumanismo se entiende como la posibilidad de mejorar radicalmente a los seres humanos a través del uso de medios tecnológicos.

Esta mejora ya no es ciencia ficción como se creía hace unos años, según Francis Fukuyama, miembro del Consejo Presidencial de Bioética de EEUU, con los avances tecnológicos, nos estamos enfrentando a una especie de “rediseño” de la especie humana. Paul Wildman, economista australiano, habla de formas de vida alternas (orgoborgs, geborgs, cyborgs, symborgs y tecnoborgs) muchas de ellas ya presentes en un sentido técnico, ya que el 12% de la población actual de EEUU podrían ser considerados como cyborgs con marcapasos electrónicos, prótesis artificiales, lentes de córnea implantadas y piel artificial [3].

No sólo lo que la tecnología puede hacer en un sentido positivo debemos destacar, también debemos reconocer la alienación que la misma ha producido en nuestra propia especie, qué es lo que ha ocurrido cuando todos estos descubrimientos han caído en manos equivocadas llenas de intereses propios.

Para no ir tan lejos, podemos leer atentamente lo que en algún momento quiso decir Jean Baudrillard con respecto al hombre y la virtualidad:

“Ciertamente hay una profunda fascinación por lo virtual. El hombre está sumido en la virtualidad y atraviesa su espacio mental en un ordenador; virtual e inmóvil, hace el amor a través de su ordenador y sus cursos los da por teleconferencias. Es como un motor con cerebro minusválido. La inteligencia artificial no es inteligente porque no tiene artificio. El verdadero artificio es el de un cuerpo con pasión, con signos de seducción, con una máscara en el rostro y que por esta razón llamamos espíritu. Y la virtualidad ha liquidado la carga de la cultura del pensamiento moderno”

-Ya hemos vivido todas las utopías, Jean Baudrillard (entrevista)-


Básicamente es esto, aún cuando la tecnología promete una mejor calidad de vida, hay que comprender que podríamos vernos en la necesidad de reorganizar nuestros sistemas económicos, sociales, culturales, etc., esto no suena tan mal, ¿verdad? El punto de quiebre en realidad lo encontramos cuando en retrospectiva vemos nuestra propia historia y nos damos cuenta que somos una especie en autodestrucción.


[1]“La evolución del ser humano ha llegado a su fin”. Steve Jones. http://www.losrecursoshumanos.com/contenidos/3133-la-evolucion-del-ser-humano-ha-llegado-a-su-fin.html
[2] “Nuevas botellas para vino nuevo” (Londres, Chatto & Windus, 1957).
[3] “Transhumanismo, ¿el comienzo de la evolución humana?” José Cordeiro, Francis Fukuyama, Giulio Prisco. http://www.espinoso.org/biblioteca/transhumanismo.htm

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